domingo, 23 de diciembre de 2012

El tercer grado de la rama de Don Fernando de Borja y Castro.

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Conforme se alejan los grados de las partes litigantes, los documentos son cada vez más antiguos, por tanto difíciles de encontrar para los abogados como pruebas; ya que no existía un registro central, ni índices de todos los documentos civiles o eclesiásticos.

Las bases de datos informátizadas todavía no se habían inventado y por supuesto Internet tampoco.

Los documentos se buscaban montados a caballo, o en carruaje, de un archivo de un pueblo a otro en España, afrontando bandoleros e inclemencias del tiempo. Uno de los abogados de Don Francisco José de Borja Paz Duque de Estrada, solicita un buen caballo y dos pistolas para trasladarse de Valencia a Montesa (Lugar donde estuvo la sede de la Sacra Orden de Santa María de Montesa y  San Jorge de Alfama,  sucesora en el reino de Valencia de la Orden del Temple, de la cual fue su último Gran Maestre un hermanastro del IV Duque de Gandía San Francisco de Borja).

En este caso, por ser uno de los litigantes, vecino de ultramar, la petición de documentos cruzaba el océano Atlántico, y seguía de nuevo a ritmo de caballos o mulas hasta la Audiencia de Quito del Ecuador, casi en la costa del Pácifico, o a Santafé de Bogotá. Luego los documentos certificados tenían que viajar a través de la carrera de Indias, con la fuerza del viento, en las sacas de los galeones españoles, de nuevo por el océano Atlántico, hasta llegar a las Reales Audiencias y Consejos de Valencia y Castilla.

Al estar más alejados generacionalmente los grados, los documentos y su interpretación por antiguos, eran más susceptibles de contrariedades y transcripciones, ya que algunos estaban en castellano, otros en valenciano, algunos en latín, desde el siglo XV (los primeros mayorazgos) hasta la mitad del siglo XVIII que ya existía el uso con bastante frecuencia de  la imprenta, sobre todo para dar testimonio y facilidades en los pleitos principales se comenzó a imprimir memoriales de los mismos.

La variaciones gráficas y construcciones sintácticas,  a través del tiempo de las diversas lenguas que se usan en los documentos son destacables, así como la caligrafía de los escribanos. Lo que da pie a múltiples alegatos que aluden el modo de escribir, los términos y letras que se usan como argumentos de verificación o falsedad documental.

Los parientes regulares (matrilineales del Duque Borja), por lo visto no esperaban la aparición y reclamación de la herencia Ducal en el pleito, de una línea agnaticia varonil rigurosa, y desde el primer auto, todas las demás ramas matrilineales Borja la niegan y afirman que es falsa, refutando cualquier alegato de los descendientes de la línea de Don Fernando de Borja y Castro, sexto hijo de San Francisco de Borja, IV Duque de Gandía, que demandaban los derechos del Mayorazgo Varonil.


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