viernes, 11 de enero de 2013

Protagonistas del litigio: Don Francisco Alfonso Pimentel y Borja. El heredero del Ducado de Gandía.

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Fachada del palacio de los Conde-Duques de Benavente en Valladolid. 
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Francisco Alfonso Pimentel Vigil de Quiñones Borja Aragón y Centelles (1707-1763),XI duque (XIV conde de Benavente): , XIII Duque de Gandía , XV conde de Luna, X duque de de medina de Rioseco, V marqués de Jabalquinto, VI marqués de Villarrela de Purullellna, (título que enajenó ), XI marqués de Llombay, XVII conde de Mayorga, XIV conde de Alba de liste, XV conde Melgar y Villaflor, XIII conde Oliva y II duque de Arión, de la Orden de San Genaro, y Gentil-Hombre de Cámara en Ejercicio.
Don Francisco Pimentel casó de primeras nupcias con Doña Francisca de Benavides, hija de los I Duques de Santisteban del Puerto, de quien no tuvo sucesión. En segundo matrimonio con Doña Maria Faustina Girón, hija de los VI Duques de Osuna. Fue hijo dicho Don Francisco Pimentel de Don Francisco Antonio Pimentel y de Doña Ignacia de Borja y Cordova, por cuya representación gozó el Ducado de Gandía y Marquesado de Llombay perteneciente a la muy ilustre Casa Borja, del linaje de los Papas Calixto III y Alejandro VI, y del Santo Duque de Gandía San Francisco de Borja. 
Al contrario que su principal competidor Don Francisco José Borja y Paz Duque de Estrada, habitante en Indias,  por la herencia de la Corona Borja. El Conde Duque de Benavente no gastó ni un peso de oro en el mantenimiento del litigio.


Fragmento de carta de Manuel Roda a Gregorio Mayans. 26 de julio de 1749.
Pues ya que yo trabajo de gracia, no quiero salir condenado en costas, aunque he hecho empeño por mi mismo honor en esta defensa, pues los afectos al Indiano me tratan de caviloso y quiero dar la debida satisfacción al público.


También la colaboración de Gregorio Mayans es de gracia, a la espera de recibir por la influencia del Conde de Benavente, de nuevo algún cargo en la corte.

Una vez terminadas sus alegaciones en el memorial del pleito, Manuel de Roda le escribe a Gregorio Mayans el 28 de diciembre de 1754. 


Pongo a su disposición de Vm. la plaza de oficial de la Secretaría del Despacho Universal de Estado, con que el rey acaba de honrarme, pues tube el aviso por el señor Wall el día 22 y tomé posesión el 24 del corriente. 
Crea Vm. que deseo sumamente poder servir a Vm. en este nuevo empleo porque le amo y estimo y quisiera ver justamente premiado su gran mérito, por su bien de Vm. y por el del público, para que se animasen otros al adelantamiento que necesitan las letras en España.
El papel en derecho sobre la tenuta de Gandía se ha acabado de imprimir estos días y entregado al relator, para que en estas vacaciones lo cotejasse con los autos. Yo no he escrito sino sobre las dos fundaciones (mayorazgos), subsistencia de la primera, nulidad de la segunda y regularidad de ambas, y esto tan deprisa que apenas he tenido tiempo de refrescar la memoria, coordinar mis apuntamientos y darlos a la prensa, porque mis immensas ocupaciones no me han dado lugar a hacer un borrador que pudiera comunicar con Vm., como deseaba, antes de imprimirlo, apremiado con los estrechos términos a que havíamos llegado.
El punto de falsedad de instrumentos e ilegitimidad del Indiano le ha escrito otro abogado, a quien se le encargó por más desembarazado, y yo le entregué mis apuntamientos y reflexiones, que ha extendido a su modo, pero con bastante nervio y solidez, sin embargo de que necesitan los que lean este papel, para entenderle, tener presente el difuso memorial ajustado a que se remite en muchas partes, porque si se huviesse de resumir el hecho no cabría en los veinte pliegos a que nos ha ceñido el Consejo la defensa, y aun con todo esso hemos excedido en algunos pliegos, que ha sido menester empeño para que se admitiesen y no lo huviéramos logrado, a no haber tenido el mismo exceso el papel del Indiano.
Hasta ahora no me han trahído exemplar alguno impreso, por lo que no puedo remitírselo a Vm., pero creo lo harán en la casa de su Exa.

Gregorio Mayans y Siscar de modo disimulado todavía, solicita alguna recompensa, un pago por su extensa asesoría jurídica, además de las declaraciones que realizó en la Real Audiencia de Valencia, y que no aparecen en el Memorial, no sé porqué causa, que fueron determinantes para afirmar la falsedad de algunos documentos que había presentado el abogado Pascual de Bonanza, ya nombrados en otro post anterior, dado el prestigio del erudito valenciano de la  primera Ilustración española como jurista, historiador, lingüista y polígrafo.  Sin embargo el Conde Duque de Benavente hace oídos sordos a las peticiones del ilustrado valenciano. 

Manuel de Roda si apreciaba a su compañero de leyes, aunque en primer termino, tampoco le ofrece ninguna recompensa. Al recibir la enhorabuena por haber ganado la  tenuta del Ducado de Gandía que le envía Mayans,  le contesta lo siguiente
Fragmento de carta de Manuel de Roda a Gregorio Mayans, 23 de agosto de 1755.
Mui señor mío. Aprecio sumamente su enhorabuena de Vm. y se la repito por el triunfo del señor conde de Benavente, pues no ha tenido Vm. la menor parte en la victoria. Estraño que no se le embiasse a Vm. desde luego la alegación en derecho, como lo encargué en la casa, siendo Vm. tan acrehedor a ella y el único a quien permití se confiase antes de votarse la tenuta. Yo no tengo ni un exemplar porque quise observar el primero la ley, que me pareció precisa para que no se dibulgase la defensa y diesse motivo a que rescribiessen los contrarios.
He recibido atrasada la de Vm. con sentimiento mío por el gusto que me causa su correspondencia. El día que se votó el pleito debí a estos Srs. la fineza de que me regalasen un espadín con puño de oro, que será el primer regalo de esta especie que se ha hecho a un abogado, por comtemplarme ya fuera de la profesión. Y por este motivo sin duda no ha parecido después dependiente alguno de la casa, ni se me han comunicado las ideas del gobierno y manejo que  piensan llevar. Si se aconsejasen de mí, no dexarían de valerse de su dirección de Vm., pues nadie les puede dar mejores luces y en la planta que se haga ha de consistir el acierto, siendo ahora la ocasión en que han de saver aprovecharse de la victoria. 

Gregorio Mayans no recibirá ningún favor, ni pago del Conde Duque de Benavente. 


Manuel de Roda le dice, que ya sabe, como son los grandes señores, a la ahora de exigir conminan todo, pero a la hora de dar son exiguos. Le comenta que él solo ha recibido de ellos la daga con empuñadura de oro como único pago. El resto habían sido las costas que había ganado bajo su riesgo.

Gregorio Mayans continuará colaborando con Roda, ya Ministro de Justicia de Carlos III, en la secularización de la enseñanza en España. 
Casi en su vejez, reclama con cierta irritación y desesperanza alguna recompensa por los servicios prestados. Ya no para él, sino para sus hijos.

Mayans, que, desde 1739, no había visitado la Corte, partió hacia Madrid en el otoño de 1766. El viaje estaba perfectamente estudiado. Los ministros de Carlos III, especialmente Don Manuel de Roda y el Conde de Aranda, habían pensado premiar su trabajo intelectual. El erudito visitó al monarca, le ofreció sus propios libros y le habló de sus proyectos. Carlos III le nombró Alcalde de Casa y Corte, al tiempo que le concedía una pensión vitalicia de 22 mil reales que le permitirían dedicarse a la actividad intelectual sin preocupaciones.





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